La Comisión ha publicado el 12 de junio la edición 2022 de su estudio sobre la evolución social y del empleo en Europa (ESDE). Entre otras conclusiones, este informe pone de manifiesto que, durante la crisis económica provocada por la pandemia de COVID-19, los jóvenes se encontraron entre los más perjudicados por la pérdida de puestos de trabajo. También pone de manifiesto que la recuperación fue más lenta para ellos que para otros grupos de edad. Las posibles explicaciones tienen que ver con el elevado porcentaje de contratos de duración determinada y con las dificultades para encontrar un primer empleo tras acabar el colegio, la universidad o la formación. El nuevo informe ayuda a determinar, y respalda, las políticas sociales y de empleo necesarias para hacer frente a los retos a los que se enfrentan los jóvenes para ser económicamente independientes, ante el empeoramiento de la situación socioeconómica consecuencia de la invasión de Ucrania por parte de Rusia.
En palabras del comisario de Empleo y Derechos Sociales, Nicolas Schmit: «Muchos jóvenes tienen un alto nivel educativo, están capacitados digitalmente y se interesan de manera activa por las cuestiones ecológicas. Esto puede ayudarles a aprovechar las oportunidades que ofrecen la recuperación y las transiciones digital y ecológica. 2022 es el Año Europeo de la Juventud, porque la Unión Europea se ha comprometido a escuchar a los jóvenes, así como a apoyar y mejorar sus oportunidades en la vida. Esto también supone apoyar a los jóvenes ucranianos que han huido de la guerra, ayudándoles a incorporarse al sistema educativo y al mercado de trabajo de la Unión».
El estudio ESDE, basado en los últimos datos anuales, concluye lo siguiente:
- – La recuperación de la pandemia de COVID-19 no ha sido homogénea. Los jóvenes (menores de 30 años) siguen teniendo grandes dificultades a la hora de buscar trabajo o para encontrar un empleo que se adapte a sus capacidades y experiencia. En 2021, el desempleo juvenil disminuyó, especialmente hacia finales de año, sin embargo se mantuvo 1 punto porcentual por encima del valor anterior a la crisis (en 2019). De los jóvenes ocupados, prácticamente 1 de cada 2 (el 45,9 %) tenía un contrato temporal, frente a 1 de cada 10 en el caso de todos los trabajadores (10,2 %).
- – Los jóvenes, por término medio, tienen más probabilidades de encontrarse en una situación social y financiera complicada. Ya antes de la pandemia, los ingresos por trabajo de los jóvenes eran más volátiles que los de los trabajadores de más edad. Los hogares con jóvenes a la cabeza experimentaron más pobreza, aunque las diferencias entre los distintos países de la Unión fueron notables. Los jóvenes tuvieron dificultades para hacer frente a sus gastos cotidianos, como facturas y alquileres, y al 61 % le preocupaba encontrar o conservar una vivienda adecuada en los diez años siguientes.
– Los retos a los que se enfrentan los jóvenes dependen de su nivel educativo y de su contexto socioeconómico. Las probabilidades que tienen de acabar en una situación en la que ni trabajan ni estudian ni reciben formación los jóvenes con educación secundaria se sitúan 19 puntos porcentuales por debajo de las de los que tienen un nivel de educación inferior. En el caso de los que tienen una educación terciaria, este riesgo se sitúa 28 puntos porcentuales por debajo. Los jóvenes procedentes de entornos desfavorecidos tienen aún menos probabilidades de trabajar, estudiar o formarse.
- – El sexo es otro factor que provoca desigualdad entre los jóvenes. Las mujeres jóvenes de la Unión, al inicio de sus carreras profesionales, ganan por término medio un 7,2 % menos que sus compañeros, una diferencia que se acentúa con la edad. A nivel de la Unión, tan solo una pequeña proporción de esta diferencia (0,5 puntos porcentuales) es consecuencia de los logros educativos de las mujeres, la elección profesional, la experiencia laboral o el tipo de contrato de trabajo que tienen.
Políticas adecuadas para ayudar a los jóvenes a nivel de la Unión
El estudio ESDE ofrece un análisis basado en datos sobre cómo abordar los retos a los que se enfrentan los jóvenes. En particular, las políticas sociales y de empleo deberían:
– mejorar la integración de los jóvenes en el mercado de trabajo,
– permitir a los jóvenes adquirir capacidades,
– respaldar la movilidad laboral, un elemento fundamental para el éxito y la resiliencia de la carrera profesional,
– reducir los riesgos para los jóvenes, como el desempleo o la enfermedad, la pobreza y la deuda,
– ayudar a los jóvenes a crear su propia riqueza y a adquirir propiedades.
Se están preparando nuevas iniciativas de la Unión para ayudar a los jóvenes. En 2023, la Comisión tiene previsto revisar la Recomendación del Consejo sobre un marco de calidad para los períodos de prácticas, en particular por lo que respecta a las condiciones de trabajo. En la actualidad, un grupo de alto nivel está estudiando maneras de mejorar la protección social, también para los jóvenes, y tiene previsto presentar sus conclusiones a principios del próximo año.
Más información
Estudio sobre la evolución social y del empleo en Europa (ESDE)
Análisis del empleo y la situación social en el sitio web de la DG EMPL